Cristo Crucificado

Fui criado en un centro Cristiano que proclamaba en letras marcadas detrás de la tribuna: Nosotros predicamos a Cristo crucificado. [1] Excelente lema. Crecí creyendo − o suponiendo − que era un mensaje para los visitantes que no eran salvos. Me imaginaba que era casi otra versión de la gran proclama: Cristo a su tiempo murió por los impíos. [2] Y el texto no hace mal si dirige los pensamientos al Calvario.

En realidad, el mensaje para salvación no es que Él fue crucificado, sino que murió. La predicación del evangelio es que Cristo fue muerto por nuestros pecados y sepultado como prueba de esto; al tercer día resucitó, y apareció a muchos como prueba de esto. [3] Hombres inicuos pensaban que hacían algo por su propia iniciativa cuando lo prendieron, mataron y crucificaron, según Pedro acotó a los “varones israelitas”, [4] pero la esencia de la cosa es que el Hijo de Dios nos amó y se entregó a sí mismo por nosotros los salvos.[5] Ya lo dijimos: Cristo murió por los impíos.

Por supuesto, este hecho que Cristo murió para salvar trae grandes implicaciones para la vida presente de los que salvó, y no sólo para su destino eterno. Hemos muerto con Cristo, [6] y habiendo muerto, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. [7] Si hemos muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos de este mundo (sus principios elementales), no nos sometemos a sus preceptos.

Esto fue lo que testificamos al obedecer al Señor en bautismo. Somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andamos en vida nueva. [8]

Bien, ¿pero qué de que nosotros predicamos a Cristo crucificado? [1]

Es que con Cristo estoy juntamente crucificado [5] − no sólo morí con Él en el pasado, sino que estoy crucificado con Él día a día. Aquellos señores que pintaron 1 Corintios 1.23 en la pared han debido continuar con la cita: Cristo crucificado, para los llamados − los salvos − poder de Dios y sabiduría de Dios en la vida cristiana. [9] Él fue crucificado en debilidad, pero vive por el poder de Dios, y el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo. [10] Es que los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. [11]

¿Lo estamos diciendo claramente? Es que somos muertos, pero estamos crucificados. Somos Simón de Cirene, llevando la cruz tras Jesús, identificado con Él en su crucifixión. [12] La pequeña historia de Simón es una de varias en los Evangelios donde leemos que algo comenzó, pero no leemos que terminó. Nada se nos dice que él haya dicho: “Pues, la llevo hasta aquí no más”.

¿Estoy yo, está usted, llevándola? Dios nos ve muertos con el Cristo que murió por nosotros como pecadores, pero nos ve como crucificados todavía juntamente con Aquel que fue crucificado. “El mundo me es crucificado a mí y yo al mundo” Debe ser así, ¿pero lo es?

[1] 1 Corintios 1.23 [2] Romanos 5.6 [3] 1 Corintios 15.3 a 6 [4] Hechos 2.23 [5] Gálatas 2.20 [6] Colosenses 2.20 [7] Colosenses 3.3 [8] Romanos 6.4 [9] 1 Corintios 1.24 [10] Gálatas 6.14 [11] Gálatas 5.24 [12] Lucas 23.26