El don de lenguas

La práctica

Daniel Harvey

Hechos capítulo 2 narra el inicio. Al examinar la práctica de las lenguas nos limitaremos a este capítulo 2.

Pocos días se destacan en las Escrituras con tanta anticipación contenida como el Día de Pentecostés registrado en Hechos 2. El prometido don del Espíritu Santo fue dado permanentemente para morar en los creyentes y darles poder. Ese día nació la Iglesia y la dispensación del día de la gracia fue introducida. Fue también la primera vez que la provisión y el poder de Dios fueron manifestados por medio del don espiritual de hablar en lenguas. Nada nos sorprenden la respuesta y la pregunta registradas en 2.12: “Estaban todos atónitos y perplejos, diciendo unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?” De veras fue un gran día que cambió el curso de la historia.

Dones concedidos

La habilidad para hablar en una lengua extraña fue un don espiritual y, como todos los dones espirituales, fue dada para fortalecer el cuerpo, la Iglesia compuesta de todo creyente desde el Día de Pentecostés hasta el Arrebatamiento. Estos dones espirituales son dados por Dios y uno no los recibe por simplemente querer tenerlos; Dios los da.

La epístola a los Efesios nos enseña un principio importante acerca de la función y el propósito de los dones, uno que aclara su uso y existencia hoy. Aprendemos que fueron dados, y eran especialmente idóneos, para una etapa específica en el desarrollo y el perfeccionamiento de la Iglesia, Efesios 4.12. Los apóstoles y profetas, por ejemplo, son una parte del fundamento, 2.20. Una vez dado el cuerpo de doctrina, Judas 3, y completada la revelación del canon de las Escrituras, se acabó la necesidad de estos dones propios del fundamento. Lo mismo aplicará a todo don, culminando en el día cuando, como creyentes, no harán falta nuestros dones, 4.13. Reconocemos, sin embargo, la necesidad vigente y presente del don de evangelista para buscar a los perdidos y de los dones de pastores y maestros para confirmar a los creyentes. Se ve, entonces, que cualquier don que sigue vigente hasta ahora lo hace por una razón, que su propósito todavía no ha sido alcanzado de un todo. Así, ¿cuál era el don dado en Hechos capítulo 2, cuál fue su efecto en el Día de Pentecostés, y ese propósito ha sido alcanzado ahora?

¿Por qué lenguas?

Pero ¿cuál era el propósito del don de lenguas en el Día de Pentecostés? ¿El Espíritu Santo no podía haber sido dado sin las señales visibles y audibles que lo acompañaban? Cuando Pedro se levantó para predicar, él no empleó una lengua extraña sino que, como en toda ocasión posterior de la predicación del evangelio, proclamó el mensaje con claridad y sencillez en el idioma conocido y entendido por todos los concurrentes. ¿Por qué, entonces, este mensaje de Pedro fue precedido por la introducción de lenguas extrañas por medio del don de hablar en lenguas?

En Hechos 2 Dios estaba señalando sobrenaturalmente el comienzo de algo nuevo, la dispensación del día de la gracia y la morada del Espíritu Santo en los creyentes, y con esto Él dio una señal espectacular de autenticidad. Hebreos 2.4 dice que durante la presentación del evangelio de parte de los apóstoles, Dios estaba “testificando juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”.

Había llegado un día nuevo. Citando Isaías 28, Pablo dice: “En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo. Así que las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos”, 1 Corintios 14.21-22. El Espíritu de Dios se cuida de subrayar que es a “este pueblo”, los judíos, que Dios hablaría en una lengua extraña. Al oído judío, el sonido de una lengua extraña en su propia tierra era indicio seguro de juicio, de cautiverio inminente. Y así fue en el Día de Pentecostés, cuando los moradores de Jerusalén oyeron a sus conciudadanos hablar en lenguas extrañas. Fue una señal de confirmación y un mensaje de Dios para una nación incrédula.

Cuán animador es ver la respuesta de algunos al claro mensaje evangélico que siguió. “Se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”, 2.37. Nos asombra leer que unas 3,000 almas mostraron arrepentimiento genuino a Dios y fe en el Señor Jesucristo resucitado. Fueron incorporados al reino, y el Señor comenzó a edificar su Iglesia. Sin duda, el Señor estaba obrando con ellos y confirmando la Palabra con las señales que siguieron, Marcos 16.20.

¿Lenguas ahora?

Hoy en día, con las Escrituras enteras en la mano, con renacidos judíos y gentiles unidos en un cuerpo, y con la dispensación de gracia vigente desde hace tiempo –y probablemente cerca de su final– miramos atrás y apreciamos que la razón de ser de las lenguas ya ha sido realizada; fueron una parte del fundamento de la Iglesia, pero no es necesario que funcionen ahora.

Bajo la lupa – Tesoro Digital

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